domingo, 8 de junio de 2008

TEORICO IX- El gótico y la secularización cultural



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Ahora bien, entre las cosas que son conocidas de todos hay un cierto orden. Porque lo primero que alcanza nuestra aprehensión es el ente, cuya noción va incluida en todo lo que el hombre aprehende. Por eso el primer principio indemostrable es que “no se puede afirmar y negar a la vez una misma cosa”, principio que se funda en las nociones de ente y no-ente y sobre el cual se asientan todos los demás principios, según se dice en IV Metaphys. Mas así como el ente es la noción absolutamente primera del conocimiento, así el bien es lo primero que se alcanza por la aprehensión de la razón práctica, ordenada a la operación; porque todo agente obra por un fin, y el fin tiene razón de bien. De ahí que el primer principio de la razón práctica es el que se funda sobre la noción de bien, y se formula así: “el bien es lo que todos apetecen”. En consecuencia, el primer precepto de la ley es éste: “El bien ha de hacerse y buscarse; el mal ha de evitarse”. Y sobre éste se fundan todos los demás preceptos de la ley natural, de suerte que cuanto se ha de hacer o evitar caerá bajo los preceptos de esta ley en la medida en que la razón práctica lo capte naturalmente como bien humano.”

Santo Tomás, Suma Teológica, I-II, cuestión 94, art. 2


La idea de una elevación hacia lo celestial domina tanto el espacio como la filosofía desde el Siglo XII, elevarse implica acercarse a lo divino. La catedral gótica pretendió ser esa búsqueda del bien supremo por la elevación hacia la única verdad, Dios.
La catedral, el edificio de la ciudad honraba esa idea, por esta razón el arte gótico es manifestación de ese ideal de trascendencia terrenal que aparece en la Baja Edad Media, en su mayoría el siglo XIII, aunque comienza en el siglo XII y alcanza hasta el XIV, y en algunos países hasta el XV. El término gótico fue utilizado por primera vez en el siglo XVI por el italiano Giorgio Vasari, gran historiador del arte que supuso (equivocadamente) que el gótico era invención de los germanos, más precisamente de los godos, de donde despectivamente vendría gótico; tal es la opinión de la escuela clásica, "imbuida de los principios decadentes del Renacimiento. Con él quería definir el "oscuro" arte de la Edad Media frente al glorioso pasado de la Antigüedad Clásica.
Este es un período dinámico desde el punto de vista socioeconómico, muy variado, con intensos contactos con Oriente a través de las cruzadas y las rutas comerciales, la burguesía nace en las ciudades. Es un estilo muy ligado a los nuevos centros culturales, universidades, catedrales y ciudades en general.

El auge de las ciudades favorece la aparición de las órdenes mendicantes, franciscanos (1209) y dominicos (1216). Las monarquías recuperan su poder poco a poco, debilitando el sistema feudal. La orden del Císter fue la que creó y difundió el nuevo estilo, tras la reconstrucción de la abadía de San Denis por el abad Suger.

La consagración de la fachada occidental de Saint-Denis en 1140 marca una transformación profunda de las relaciones entre escultura y arquitectura: a los grandes tímpanos esculpidos (o, en el caso de uno de ellos por lo menos, cubiertos de mosaico), el arquitecto del abate Suger hizo agregar sobre los machos de los pilares por primera vez grandes estatuas esculpidas en el mismo bloque que las columnas, y por lo tanto plenamente integradas al conjunto arquitectónico. De este modo se daba un paso más en el proceso de glorificación de la entrada de la iglesia que había comenzado el siglo anterior. Copiada en un pórtico del lado norte (actualmente puerta de los Valois), la idea fue rápidamente imitada en las catedrales de Chartres y de París y se convirtió desde finales del decenio en un motivo esencial del pórtico gótico. fantásticos como sirenas, grifos y criaturas híbridas, con fieles reproducciones de modelos antiguos.

En esta edificación se utiliza un nuevo tipo de arco y de bóveda: el arco ojival y la bóveda de crucería, que gracias a sus nervios, que convergen en contrafuertes separados del muro, a través de los arbotantes; lo que posibilita un muro diáfano que se recubre con vidrieras, que permiten el paso de una luz tamizada por los colores de los cristales. Esta luz crea una atmósfera irreal, símbolo de la divinidad. Los rosetones son el marco privilegiado de las vidrieras de colores, que tiñen el interior de color, o de una luz blanca. Existe un contraste entre estructura y apariencia.
Encontramos una humanización de los tipos religiosos, que son mucho más naturales. Se pasa de la Virgen reina a la Virgen madre, al Cristo doloroso en la cruz y a los adornos mundanos. Ahora se ve en la naturaleza la obra de Dios, la creación, y la belleza nos acerca a Dios. Pero también aparecen edificios civiles en las ciudades, los palacios, los ayuntamientos y las lonjas. La catedral se va a llenar de luz, y es la luz la que conforma el nuevo espacio gótico. Será una luz física, no figurada en pinturas y mosaicos, luz general y difusa, no concentrada en puntos y dirigida como si de focos se tratase, a la vez que es una luz transfigurada y coloreada mediante el juego de las vidrieras, que trasforma el espacio en irreal y simbólico.
El arte gótico es urbano y los laicos ocuparon un rol importante en la construcción de las catedrales (su aparición es inimaginable sin la riqueza de las ciudades), comienza a secularizarse la cultura. El cristianismo deja de ser una religión de clérigos para convertirse en un culto popular. El lugar de lo dogmático es ocupado por los contenidos morales. La religión se hace más humana y más sentimental. La mística, las órdenes mendicantes y las herejías del Siglo XII son síntomas de este proceso.
Otro de los cambios sociales que transforman la cultura es el hecho de que “las clases profesionales se sobreponen a las clases de nacimiento” ( A. Hauser ) La caballería es una institución profesional, si bien se convierte en una clase hereditaria. Primitivamente eran guerreros profesionales de diferentes orígenes que fueron premiados con propiedades por sus servicios militares. Pero cuando fue insuficiente el numero de caballeros, los siervos comenzaron a acceder al servicio militar. El estilo de vida que se organizo en torno a la caballería se caracterizó por un idealismo y un heroísmo sentimental basado en la noción de honor. La Iglesia fomento la formación de una nobleza caballeresca mediante la consagración que le confería; las virtudes caballerescas se fundaban en la idea de protección a los más débiles, el ideal heroico, el afán de gloria, la cortesía a las mujeres.
El amor cortés es un ideal amoroso que nace en las cortés de esa época y se caracteriza por :
a) La religión del amor.
En el código cortés, la dama alcanza un estatus casi divino. Trovadores y amantes corteses usan una terminología sacada de la liturgia cristiana y consideran a la propia dama como diosa. La razón de tal divinización es que se ensalza así la nobleza y el espíritu superior del hombre que ama: cuanto más perfecto es el objeto amado, más sublime es el amante. De modo que nos presentan una mujer-diosa con toda seguridad inexistente en la sociedad.
b) El amor como fuente de virtud.
Como consecuencia de la divinización de la dama, el amor cortés propugna un refinamiento hecho de formas bellas y estilizadas: generosidad, lealtad, discreción, valentía y afán aventurero, cuyo objetivo es pulir y educar al rudo señor feudal. Si, por una parte, la amada está representada como un reflejo de la divinidad, por otra, el amante alcanza, a causa de este amor, una superioridad, no con respecto a la amada, sino con respecto al resto de los hombres, a quienes no les es dada la oportunidad de amarla. Basándose en esta dialéctica, la religión del amor cortés toma un tono eminentemente elitista y aristocrático. Sólo unos pocos elegidos pueden experimentar el amor que ennoblece. En realidad, más que por la “divinidad” de la amada, el ennoblecimiento viene dado por la propia condición excepcional del enamorado.
c) El vasallaje a la dama.
La fidelidad a la dama es otro de los motivos del Amor Cortés. El enamorado es incapaz de concebir que pueda apagarse su pasión y que volverá a recobrar su independencia emocional, por consiguiente, aseguran a sus amantes una fidelidad perpetua. Esta concepción de un amor perfecto surgió como respuesta a los ataques, por parte de la Iglesia, hacia los conceptos amorosos de los poetas
c) El vasallaje a la dama.
La fidelidad a la dama es otro de los motivos del Amor Cortés. El enamorado es incapaz de concebir que pueda apagarse su pasión y que vuelva a recobrar su independencia emocional, por consiguiente, aseguran a sus amantes una fidelidad perpetua. Esta concepción de un amor perfecto surgió como respuesta a los ataques, por parte de la Iglesia, hacia los conceptos amorosos de los poetas
D ) El secreto de amor.
El secreto impuesto al amante medieval constituye otra constante del amor cortés. El amor pasión suele producir un conflicto con las normas sociales y, por consiguiente, se exige al amante que guarde discreción. En la Cárcel de amor, el conflicto surge precisamente por el rompimiento de ese secreto.
E ) El sufrimiento del enamorado .
Un ideal de amor con un tono fundamentalmente negativo fue una de las innovaciones más importantes que introdujeron los trovadores provenzales del siglo XII. Tal como explica Huizinga: “Sólo el amor cortés de los trovadores ha convertido en lo principal la insatisfacción misma”. Se trataba de cortejar a la mujer pero sin la esperanza de ser correspondido. Al no llegar a la carnalidad, el elemento espiritualizante fue preponderando en la lírica cada vez más, hasta llegar al Dolce Stil Nuovo de Dante y de sus contemporáneos. Tal como hemos indicado, una constante que se refleja en la ficción sentimental es la conciencia elitista. En la conciencia aristócrata, para diferenciarse de la barbarie, “formóse con el ennoblecimiento de la erótica misma un freno para el desenfreno” ( Huizinga).
Las Danzas de la muerte: cuerpo terrenal y cuerpo celestial
Las Danzas de la Muerte constituyen un género característico del fin de la Edad Media y el principio del Renacimiento. Las Danzas de la Muerte se relacionan con muchos géneros literarios y se manifiestande variados tipos de arte como la pintura, la escultura, el teatro, la danza y la música. Además, se vincula con la mímica, la procesión, etc. Simbolizan la finitud de la vida, el último arrepentimiento y la postrera ilusión; van cargadas de un mensaje moral, una ironía estremecedora y una denuncia social del mundo en que nacieron.
La muerte puede sobrevenir en forma brusca e inesperada a personas de toda edad y condición;
– La fama terrena es transitoria, como sentencia poéticamente, entre otros, Jorge Manrique: ¿Qué se hizo el rey Don Juan? Los infantes de Aragón ¿qué se hicieron? ¿Qué fue de tanto galán, qué de tanta invención como trajeron?
– La belleza física, que decae con el envejecimiento, desaparece con la corrupción del cuerpo después de la Muerte;
– Al fin de los tiempos habrá una liberación final desde la tumba para presentarse al Juicio Final, en el que se recibirá premio o castigo sin fin, según las obras de misericordia hechas u omitidas durante la vida;
– Las oraciones, misas, buenas obras y donaciones obtienen indulgencias en sufragio de las penas del Purgatorio.
La representación de la Muerte como personaje masculino predominó en la Edad Media y Renacimiento. El contexto teológico en que se consideraba la Muerte se desarrolló a partir del relato bíblico de la caída de Adán y Eva y su expulsión del paraíso. San Pablo, en la Carta a los Romanos y en la primera epístola a los Corintios afirma que la muerte es el salario del pecado (Romanos 6, 23). El pecado original fue la desobediencia de Adán y Eva a Dios. Dios había advertido a Adán, antes de la creación de Eva, que el castigo de comer el fruto prohibido sería la Muerte. La enseñanza Paulina otorga la responsabilidad del pecado a Adán: ‘por un hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado la muerte’ (Romanos 5, 12).
Las pinturas medievales sobre la crucifixión de Jesús solían incluir al pie de la cruz el cadáver, el esqueleto o al menos el cráneo de Adán, para simbolizar que, al morir Cristo, vence a la muerte en este mundo, simbolizada por Adán. Desde el siglo VIII hasta el XIII hay imágenes de la Muerte como un hombre con barba, derrotado por la muerte de Jesús, ya sea ubicado al pie de la cruz o bajo el pie de Jesús. En algunas de esas obras, el carácter masculino de la Muerte –que posiblemente se refiere a Adán– contrasta con la representación de la Vida como una mujer.



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